jueves, 27 de octubre de 2011

MAMPARA

Una mampara es una división de dos espacios que en la mayoría de los casos te permite ver através de ella ese otro espacio sin dejarte pasar físicamente.  En nuestro país existen mamparas conceptualmente invertidas donde lo que ocultan es lo visible mientras permiten el paso físico.  Esto lo que promueve es que entren a lugares personas que más allá de su preparación académica no tienen las más mínima idea de lo que estar ahí representa.  Representa en esencia el servir para “mejorar” el país que todos tenemos.  Basamos hoy día las posiciones valorando solamente el ingreso y lo abultado de este, logrando unos sacos de papas tirados en sillas de más de cien mil dólares.  Sacos que difícilmente podemos sacar sin por lo menos una pensión tan abultada que pareciera que le damos mil dólares por cada libra que pesan. 

Las valoraciones que utilizamos evidentemente están equivocadas.  No podemos permitir continuar llenando posiciones con papas, y menos podridas, menoscabando garantías básicas que tienen que ser provistas: educación, salud y seguridad.  Es inconcebible que permitamos que suban personas que llenan las sillas con agendas dirigidas políticamente mientras vemos a nuestras escuelas sin libros y al centro médico sin recursos.  Nadie lo ve, hasta que está ahí.  La gran mampara invertida de nuestro país nos deja atravesarla sin ver, mirando a otro lado y al estar ahí, al igual que los placebos, nos hacen sentir que todo anda bien.

Lo peor y mejor del caso es que la mampara va tomando su definición inicial, poco a poco.  Peor, porque nos permite ver, incluso por el descaro de los “líderes”, lo hundidos que estamos y lo podrido que esta el sistema.  Mejor, porque es la gran oportunidad de pasar factura y delinear un camino con prioridades reales y justas.

Es inminente que hagamos algo, no importa lo pequeño que parezca.  Por ejemplo no nos cuesta nada el fomentar los valores que a poco se van perdiendo como la humildad y respeto.  De más esta decir que la educación social, que nos compete a todos, es la médula de este fin.  Día a día nos paseamos como si fuésemos los únicos en la sociedad, lamentándonos por lo que podemos ser y no somos, pero a la vez nada hacemos. 

Aprovechemos el momento para dejarnos sentir por todos los medios a nuestro alcance, pero la voz colectiva debe ser sobretodo constante.  Una manifestación hace mucho, pero más efectiva es que esos principios por los cuales nos manifestamos los llevemos a nuestras vidas en acción y no hasta que se acaba la manifestación.  Tenemos que ser agentes multiplicadores cada minuto.  Sin olvidar que somos agentes de un mismo colectivo y que querámoslo o no estamos en el mismo barco.


CHRISTOPHER CASTILLO CINTRÓN

martes, 11 de octubre de 2011

LUTO POR PALABRAS

Hago esta reflexión pues me sorprende encontrar personas en nuestra sociedad que tergiversan el significado y conceptos de palabras intentando que mueran.  Seguramente como muchos me doy cuenta que nos faltan palabras que alguna vez tuvimos.  Luego divago y reconozco que las palabras no faltan, sino sus significados.  Estos han sido atrofiados y desvirtuados por el tiempo… en realidad por nosotros.  Poco a poco casi sin darnos cuenta vemos que aquellas palabras que nos inspiraban, motivaban, impulsaban y nos ayudaban a enfrentar retos perdieron credibilidad, convirtiéndose en palabras de la autoayuda mas barata.  Palabras como: libertad, fe, esperanza, justicia, honorabilidad, humildad, honradez, amor, verdad y muchas otras, hoy resultan tener menos efecto que lo que tenían antes.  En fin la retórica y demagogia sustituyen al significado y concepto.  A pesar de que puede parecer un problema ínfimo, no lo es.  Palabras nobles, importantes y necesarias para el desarrollo de un pensamiento y conciencia crítica de un pueblo hoy se ven como clichés.

No mencionaré todas, pues seria imposible, sin embargo hay palabras que son medulares, que su significado y uso deben ser protegidos por una sociedad que quiere progresar.  Una de esas, por ejemplo, es la VERDAD.  Triste es ver como se ha tornado en una que es arropada por la arbitrariedad y relatividad, llegando al punto que toda verdad la queremos convertir en circunstancial.  Esto es solo un ejemplo de lo importante que es nuestro lenguaje e idioma.  No importa cual sea, las palabras deben ser puestas siempre en acción, pero con la significación adecuada siempre mirando en la progresión positiva de un grupo, de un pueblo. 

Los líderes que tenemos y escogemos han herido de muerte muchas de estas palabras al punto de matarlas.  Muchas de ellas mueren en lo podrido de sus discursos prefiriendo institucionalizar otras como corrupción o impunidad, etc.  Algo que no debemos permitir más.  El adoctrinamiento cambiando la significación del vocabulario que debemos o no utilizar debe acabar.  Hay que ver y sobretodo entender las cosas tal como son, sin filtros que personas con ínfulas de grandeza y posiciones de poder pretenden cambiar, asesinando las pocas palabras vivas y con fuerza que nos quedan. 

No dejemos que piensen, analicen y traduzcan por nosotros.  Si no lo hacemos nosotros estamos destinados a estar de luto por mucho tiempo.  Es nuestro deber impostergable rescatarlas de quienes las usan irresponsablemente para controlar, confundir y lastimar a este país.  Soy de los que piensan que detalle a detalle vamos mejorando nuestro entorno social, no importa lo pequeño que nos parezca la idea o aportación.  Usemos esas palabras con el valor que tienen y no por el valor que le otorgan seres que buscan solo su conveniencia. 

CHRISTOPHER CASTILLO CINTRÓN

miércoles, 5 de octubre de 2011

IMAGINACIÓN

Vivimos en un mundo imaginario.  Hoy día sigue pertinente una conocida frase de Albert Einstein “…la imaginación es más importante que el conocimiento…” esto aunque cada día veamos menos imaginación en nuestros actos.  La imaginación posiblemente es la más importante posesión que nos distingue del resto de las especies.  Algunos dicen que la diferencia es razonar o analizar o crear, etc., sin embargo para todas las diferencias que establezcamos la imaginación es la base y principio de todas ellas.  Sin ella no sabríamos como ni que comer, como solucionar problemas, como comunicarnos, como vestirnos, como hacer, como amar.  Mientras menos imaginemos más nos alejamos de solucionar nuestras situaciones, más nos alejamos unos de otros engrandeciendo mucho el individualismo que comienza a caracterizarnos.

Imaginamos nuestros entornos, tanto físicos como mentales y lo hacemos a conveniencia.  Esta conveniencia debería ser colectiva.  El problema es que a pesar que nos organizamos, nuestros grupos son cada vez más pequeños al punto que existen muchos “grupos” de uno.  Sin embargo, siempre que exista ese “uno” habrá una luz que podría ser perseguida por muchos.  Es esperanzador pero escaso, lo que permite a supuestos “líderes” subir y ser seguidos por multitudes logrando solo su propio beneficio o el de algunos.  

Ya basta de ver problemas, hay que comenzar a imaginar, a ver situaciones y oportunidades de mejorar.  Hay que verlas puntualmente e ir atendiéndolas una a una con creatividad, recordando que el abarcar mucho nos hace apretar poco.  No pretender que las cosas puedan cambiar haciendo lo mismo que antes, no es claudicar en los intentos es poder ver con mayor imaginación las posibles soluciones.  Esto automáticamente nos permitirá ver muchas más opciones para determinada situación.  Las grandes crisis nos obligan a imaginar y llegó ese momento.  Es hora de progresar, estableciendo bases más sólidas donde la imaginación guíe la dirección de un país, no la demagogia de algunos.  

Tenemos que imaginar, urgentemente, una mejor educación.  En su mayoría los puertorriqueños ostentamos una educación formal básica, y ¿qué pasó entonces?, perdemos imaginación para crear procesos educativos que aporten algo más que saber escribir y leer.  Aunque tengamos esa educación formal, quizás de la que más carecemos es la educación informal y social.  Esta última refiriéndonos a la educación espontánea de cada pueblo, la que utilizamos todos los días, que es la que enfatiza en valores y herramientas sociales que empleamos para desarrollar empatía con los demás.  Aceptemos de una vez que el país que no invierta en su educación esta destinado al fracaso.  Sin embargo preferimos invertir más en elementos opresivos que en la educación, esto sin darnos cuenta que es uno de los principios de la autodestrucción de una sociedad, además que hace del país uno vacío, sin imaginación y sin aspiraciones, condenados al conformismo de ser nada.

Esos detalles, que construyen a cada ser humano y que son la médula de nuestras relaciones, quizás es lo principal a atender.  ¿Cómo? Pues la verdad no sé, pero en la búsqueda y en ese camino debemos evaluar nuestros actos y mejorar, eso es un comienzo.  Todos debemos preguntarnos: ¿quién era, qué soy y en qué me he convertido?, sencilla pregunta de compleja respuesta.  Pero es impostergable que miremos dentro haciendo esta pregunta, quizás la respuesta está más cerca de lo que creemos.  Al final somos solo lo que imaginamos.

CHRISTOPHER CASTILLO CINTRÓN